«La mala educación»

huelga-balearesEs uno de los temas del día (y que me perdonen los fans de Manolo Escobar y los que piensen que los 72.800 parados menos de este último trimestre siguen, pues eso, trabajando). La huelga en educación se ha hecho más que visible en las ciudades españolas. ¿Cómo? Bueno, la más que conocida “guerra de cifras” entre el Gobierno y los sindicatos no nos va a dar una idea muy clara de lo que ha sido la realidad, pero si no solo UGT y CCOO han secundado esta convocatoria promovida por el sindicato de estudiantes, sino también otros como el de funcionarios CSI-F; si tenemos en cuenta que la mayoría del profesorado español pertenece al sector público, y que ha sido convocada también por padres, profesores y alumnos, pues es normal decir que el apoyo ha sido multitudinario.

Cuando tantos colectivos deciden hacer huelga y echarse a la calle considero que, como mínimo, hay que escuchar sus quejas y propuestas y no hacer oídos sordos. Porque si salen todos a la calle en lugar de tomarse la huelga como un día de “fiesta” para quedar con los colegas, quizá es porque tengan muchas cosas que decir, y motivos para ello. Por eso, no entiendo el “no es el mejor momento para una huelga”, que tanto le gusta al Gobierno. Nunca es buen momento para una huelga, porque precisamente las huelgas surgen en los malos momentos. Y si según ellos hay que escuchar a esa “mayoría silenciosa” que se queda en casa (que si es silenciosa, no entiendo qué es exactamente lo que hay que escuchar), por qué no a la mayoría de estudiantes, profesores y padres que sí se manifiestan.

Para variar, hay muchos que dirán que lo único para lo que va a servir todo esto es para que los niños pierdan clase. Pero si hacemos un repaso, hay huelgas que sí han servido para algo. Históricamente dirán que de las 8 huelgas generales solo 2 consiguieron paralizar las reformas del gobierno de González y Aznar en 1988 y 2020. Pero las otras también lograron el cese de altos cargos, especialmente de ministros de trabajo, el tema que más protagonismo cobraba en las huelgas.

En materia de educación, en los últimos años ha habido tres grandes huelgas: contra la LOGSE en 1990, contra la LOU en 2001 y contra la LOCE en 2002. En contra de lo que dice el Gobierno, la mayor parte de las reivindicaciones no han sido (y no lo son ahora contra la LOMCE) por los salarios del profesorado o meras condiciones laborales, sino por la degradación de la calidad de la educación o al derecho de acceso a la misma. Y aprueben la reforma educativa que aprueben, basta que cambie el gobierno para que surja otra distinta que parece ser la insignia de identidad del nuevo Ejecutivo. Ninguna de estas reformas educativas se paralizaron, pero tampoco ninguna de estas reformas educativas pareció mejorar un sistema que sigue estando entre los peores de Europa.

Está claro que es necesaria una reforma educativa urgente, y considero que la que propone el ministro Wert tiene algunos puntos fuertes, como una mayor exigencia en la etapa de la ESO y Bachillerato con “reválidas” o la impulsación de la Formación Profesional como alternativa a la Universidad. Es más cuestionable, aunque prefiero no entrar ahí, por ejemplo, el quitarle autoridad a las autonomías para establecer la enseñanza en materias troncales como lengua o matemáticas (habrá a quien le parezca bien, y quien considerará un ataque a las regiones). Con el tema de la religión, que tendrá más protagonismo y contará para nota; y su ayuda a los colegios privados catalanes que enseñen en castellano, o el concierto a colegios que separan por sexos, creo personalmente que es extralimitarse tratando de imponer la ideología del PP. Otra cosa que se les puede achacar, además, es la eliminación del poder del consejo escolar, para hacer las cosas únicamente a su manera. Pero sin lugar a dudas, el tema que más polémica ha generado es el de la concesión a becas a los alumnos.

Permitidme que me exprese así, pero, sinceramente, el tema de las becas es ya algo catastrófico. Cuando yo estudié en la universidad recibí beca todos los años. Pude estudiar dos carreras a la vez de forma totalmente gratuita y logré ahorrar con el dinero de las mismas para pagarme después un máster. También disfruté de beca para poder mejorar mi inglés en el extranjero, sin la cual, no habría podido hacer lo mismo. Por poner otro ejemplo, mis compañeros que procedían de otras autonomías donde no estaban las carreras que querían pudieron venirse a Madrid a estudiar con beca. Hoy, todo esto es casi impensable, porque los recortes en educación no solo han afectado a profesores y a los ingresos de los colegios públicos, sino a la concesión de becas.

A todo esto, hay que sumarle el incremento de las tasas universitarias. Sigo con la comparación: mi primer año de la doble licenciatura de Comunicación Audiovisual y Periodismo en la URJC no llegaba a los 800 euros de matrícula. Hoy, exactamente lo mismo, pero con muchos menos medios, cuesta 1800 (os dejo el listado de tarifas por crédito, calculando que tenía 7 asignaturas cuatrimestrales de 6 créditos cada una y 3 anuales de 9 créditos cada una).

Todavía preguntarán por qué nos quejamos. Todavía dirán que están mejorando la educación. Todavía se creerán que somos idiotas.

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